Remy de Gourmont
"La mujer"
Paulina pasó en el confesonario media hora muy grata. Conforme iba desprendiendo los pescados de los frutos del pecado, el árbol aligerado erguía sus ramas y recobraba su aspecto primaveral.
«Me ocurre en cierto modo-pensaba-como cuando Amelia me lava la cabeza. A medida que los chorros írescos me Inundan, me voy sintiendo más ligera, como desembarazada de un pesado velo, del crespón de las preocupaciones.
Al pensar esto, sentíase avergonzada, porque hubiese por consagrarse por entero a la contrición, e interesarse por impulsos de arrepentimiento en las indulgentes palabras del cura.
«¡Pero realmente es eso! -proseguía para sí misma-.
¿Además de esta sensación de bienestar que experimenta, ¿no es acaso la prueba indiscutible de la acción del sacramento sobre la pecadora? "