"Ramón Gómez de la Serna."
("Senos. Senos de viuda")

Sobre todo, el primer día que los enseñan de nuevo es como si fuesen adúlteras, y el descubrimiento que hacen de ellos hace que tiemblen ellas y sus nuevos esposos o sus amantes. En medio de la gran libertad de que son dueñas, parecen facilitar lo prohibido. El cadáver a lo lejos intenta levantarse y araña en la caja, porque quisiera evitarlo, porque lo ha visto, porque es lo que menos ha podido evitar, porque sorprender esa primera vez es lo último con bastante fuerza para resucitarle un mohiento, sólo un momento, un momento después del que muere definitivamente, y entonces los senos de la viuda se quedan cínicos y permitidos para siempre.